El eterno rebelde tiene muchos rostros, muchas voces, muchas presencias y muchos matices, pero una sola esencia. Esa es la que Carolina Herrera se propuso buscar y, ¡vaya que la encontró en una combinación de ingredientes tan sorprendente como atinada. Que emplear como un trueno, desde el lado interno de la epidermis!
No en balde la caja que lo guarda tiene la forma de un relámpago. La sorpresa, la llegada inesperada, la que no se anuncia pero al llegar se impone a fuerza de ese encanto que transgrede, exalta y arranca sonrisas y complicidades.
Las razones de ser del Bad Boy, como Carolina Herrera decidió llamar a su nuevo perfume en un juego de incitación y complemento con su hito Good Girl, son también muchas, aunque domina causa: su deseo de irrumpir y sorprender con fascinación. Un chico malo con muy buenas intenciones, para entendernos claro. Complicidad y halago muto y puro.
El Bad Boy de Carolina Herrera es así. A su partida final, queda la huella aromática imborrable y el eco de la letra de la canción que Carolina Herrera eligió con tanto tino para su campaña: “Baby did a bad bad thing… Baby did a bad thing… ”