Pareciera que el apellido le concedió ciertos privilegios pero no fue así. Scott Eastwood ni siquiera se libró de los regaños de su padre, quien le mostró que todo en esta vida se gana con trabajo y disciplina, sin importar de qué familia provengas.

WAILEA, HI - JUNE 04: (EDITORS NOTE: Image was shot in black and white. Color version not available.) Actor Scott Eastwood poses for a portrait at the Taste of Summer Opening Night Party during the 2015 Maui Film Festival at Grand Wailea on June 3, 2015 in Wailea, Hawaii. (Photo by Jonathan Leibson/Getty Images for Maui Film Festival)

“He pasado por muchas etapas en mi vida y sé que es parte de la evolución. Lo acepto, fui muy pesado en la secundaria y en la preparatoria. Un rebelde, pero se me quitó; y mi padre, sí, el señor Clint Eastwood, fue el que se encargó de ponerme en mi lugar, ¡y bien!”

Scott afirma que tiene miles de anécdotas al respecto, sin embargo, hay una en especial que lo hizo madurar y entender que no era intocable sólo por ser hijo de quien es.

“Lo recuerdo perfecto: Fui a una fiesta en casa de un amigo, bueno, de sus papás, e hicimos tremendo reventón. Nos ahogamos en alcohol, hubo baile, chicas… destrozamos todo, desde vajillas hasta un enorme sofá; tapamos la piscina y la manchamos con pintura. Pensaba que tanto papás como maestros me perdonarían todo nada más por tener el apellido que tengo.

Al día siguiente, me acordaba de poco, pero no se me olvidó que cuando los padres de mi amigo hablaron con el mío, su respuesta fue: ‘Él y los otros chicos se ofrecerán a limpiar, pedirán disculpas y correrán con todos los gastos ocasionados’. Casi me da un infarto.

No dije nada y me mandó a limpiar, nos tardamos dos días; de mi mesada pagué hasta el último plato. La única observación ecuánime y estoica de papá fue: ‘Para que aprendas que ni el saludo es gratis, porque cuando saludas a alguien, la cortesía y la educación, te obligan a devolver el saludo’”.

EL PESO DEL APELLIDO

 “Mis papás me dijeron que no podía trabajar sin antes tener un título universitario. Tenía que cumplir con mi cuota de responsabilidad familiar. No hubo tregua o negociación; yo quería estudiar actuación desde que terminé la preparatoria y me mandaron al diablo. Ingresé a la licenciatura de Comunicación (en la Loyola Marymount University, en Los Ángeles) y cuando terminé fue cuando los dos me dijeron: ‘¿Cuándo empiezas a trabajar?’”.

“He de confesar que durante una temporada me cambié el apellido, no quería que me ubicaran como el hijo de Clint, entonces utilicé el de mi mamá: Reeves. A decir verdad no me sirvió de nada y resultó que en la escuela había un chico con el mismo nombre”

Eastwood nos dijo que gracias a su familia aprendió a ser moderado y, sobre todo, a diferenciar el valor de las cosas del deseo.

“Estos nunca van de la mano, eso lo aprendí apenas años atrás. ¿Cuánto vale tu tiempo, tu esfuerzo, tu ahorro para tener lo que deseas? ¡Ah! ¿No sabes? Te lo dejo de tarea para que te lo plantees”.

HANDOUT - Scott Eastwood dances with a performer of the dance ensemble ìLindy Hoppersî during the IWC "Come Fly with us" Gala Dinner during the launch of the Pilot's Watches Novelties from the Swiss luxury watch manufacturer IWC Schaffhausen at the Salon International de la Haute Horlogerie (SIHH) 2016 on January 19, 2016 in Geneva, Switzerland. (PHOTOPRESS/IWC)

“He descubierto que en el detalle está la diferencia. Me gusta no pasar desapercibido. Es decir, si hago una estupenda labor de promoción, les regalo algo a los chicos del staff. Si quedé encantado con el servicio del hotel, dejo un sobre con un agradecimiento y una propina a la mucama. Si me gustó el trago que me sirvieron en un restaurante, me paro a felicitar al bar-tender. Yo pienso que ésta es una forma valiosa de agradecer algo que no tiene precio. El valor no siempre lleva números”, expresa.

“Me incomodaría mucho que algún día hagan referencias de mí como alguien pesado, antipático, intolerante o engreído, no soy así ni lo seré. La lección la tengo bien aprendida y esa se queda de por vida”.