¿Qué es lo primero que te llevas cuando sales de viaje? La certeza de que vas a regresar. Sin embargo, las maletas de un migrante indocumentado son distintas. Mientras que se estima que, desde 2014, cuando menos 3,800 personas han muerto intentando cruzar la frontera con Estados Unidos, en México no hay cifras sobre quienes pierden la vida en el trayecto, porque tendrían que estimarse, además, entre las listas de los desaparecidos centroamericanos y los que terminan encontrándose en las fosas clandestinas.

¿De qué está hecha una persona que es capaz de abandonarlo todo para conseguir una mejor esperanza de vida? O, peor aún, ¿en qué situaciones tan extremas tiene que estar viviendo alguien para que valga más el riesgo que implica internarse en territorio nacional para llegar a Estados Unidos? Un artículo acerca de las aves dice que la comunidad científica se asombra por el acto casi heróico que emprenden distintas especies mientras atraviesan miles de kilómetros en búsqueda de mejores condiciones, ¿no tendríamos que ver a nuestra propia especie con el mismo asombro y respeto?

Cruzar la frontera norte en recorridos de tres días de caminatas, que pueden producir deshidratación e hipotermia, son solo el último eslabón de una peligrosísima ruta para los que inician el viaje desde la frontera sur de México. Inseguridad, violencia y falta de oportunidades son parte del motor que empuja en su mayoría a nicaragüenses, hondureños, salvadoreños y guatemaltecos a emprender un espinoso viaje rumbo a EE. UU.

El camino

El presupuesto de un migrante centroamericano para llegar a Estados Unidos también es distinto, incluso, más elevado de lo que se pudiera pensar. El primer medio de transporte que ayuda a los migrantes a cruzar el país es el tren, mejor conocido como “La Bestia”, “El Tren de la muerte” o “El Tren asesino”, que forma parte de la línea de ferrocarriles de carga que cruza el país por dos rutas, la del Golfo y la del Pacífico. Los hombres y las mujeres que viajan en él, van en el techo tolerando las inclemencias del tiempo, además no pueden permitirse el lujo de dormir por el riesgo a caerse (en el “mejor” de los casos sufrir las lesiones del golpe; en el peor, someterse a amputaciones causadas por el mismo tren), igualmente, deben cuidarse de las ramas, y hasta de las sospechosas paradas que podrían indicar que están siendo detenidos por algún grupo del crimen organizado. Por si esto no fuera suficiente, tienen que pagar su boleto. La cuota por subir a “La Bestia”, y por viajar de polizón en el techo del ferrocarril, es de 200 dólares, que son destinados a miembros de los zetas o maras; y de miles de pesos a agentes de migración para evitar ser detenidos. Esto conforme a cifras dadas a conocer por organizaciones civiles, que estiman -según datos de los mismos migrantes- que cruzar la frontera norte unos 6,000 dólares por persona. Y lo verdaderamente complicado no es la línea final, sino conseguir quien les traslade desde el desierto de Arizona, hasta las grandes ciudades lejos de la policía migratoria.

La cuota por subir a “La Bestia”, y por viajar de polizón en el techo del ferrocarril, es de 200 dólares, que son destinados a miembros de los zetas o maras; y de miles de pesos a agentes de migración para evitar ser detenidos.

Un migrante que logre hacer un trayecto “rápido” por México, tardará al menos tres semanas en cruzarlo. Los riesgos en cuanto a qué ruta tomar son variados. Por la ruta del Golfo amenaza la presencia del crimen organizado, que ha encontrado en el secuestro de migrantes una importante fuente de ingresos. La organización civil Ángeles de la Frontera, estima que en promedio los secuestradores obtienen 5,000 dólares por migrante de sus familiares en Centroamérica o Estados Unidos.

Si no pagan, podrían llegar a formar parte de las filas de las distintas bandas criminales o al fondo de las fosas clandestinas. Esta forma de mercar con los migrantes por parte del crimen organiazado, ya había sido denunciada en diversas ocasiones por el padre Alejandro Solalinde, quien dirige el albergue Hermanos en el Camino, pero sus palabras no fueron tomadas en serio sino hasta que en 2010, se encontró una fosa clandestina en San Fernando, Tamaulipas con 72 cuerpos. A continuación, se mencionan solo algunos de los recuentos periodísticos en lo que va del año:

16 de abril, 2018. AFP. Rescatan a 30 migrantes guatemaltecos secuestrados en el norte de México

  • 26 de agosto, 2018. Animal
    Político. Rescatan a 22 migrantes secuestrados en Chiapas; hay 3 detenidos
  • 5 de noviembre, 2018. Huffpost México. Unos 100 miembros de la caravana migrante fueron secuestrados y entregados a un cártel: ombudsman de Oaxaca

¿Cómo es que estas noticias no nos tienen escandalizados? ¿Cómo reaccionaríamos si supiéramos que los migrantes mexicanos estuvieran siendo secuestrados por decenas en Estados Unidos?

Ese trágico panorama es la opción A, la B, se llama: “La ruta del Diablo”. Esta ruta obtiene su nombre gracias a la temperatura que la caracteriza, cruzar por el desierto implica soportar temperaturas arriba de los 40 grados centígrados.

Andremar Galván Serrano es experto en proyectos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Alguna vez le pregunté qué comparación merecería el trato que reciben los mexicanos en EE. UU., y el que nosotros damos a los centroamericanos que están de paso, contestó: “Nosotros somos una mierda”.

Son tres situaciones que lo comparan: En México no se están respetando ni reconociendo los derechos mas básicos de los migrantes; el país está en medio de la misma lucha para otorgar seguridad a la ciudadanía, que todavía no consigue, y quizá la base de todos los problemas es la falta de reconocimiento.

En México no se están respetando ni reconociendo los derechos mas básicos de los migrantes; el país está en medio de la misma lucha para otorgar seguridad a la ciudadanía, que todavía no consigue, y quizá la base de todos los problemas es la falta de reconocimiento.

Hacia dónde vamos

La migración no es exclusiva del continente americano. Sucede todo el tiempo, en todo el mundo, y obedece a distintos factores, en principio y el más básico: El instinto de supervivencia. El doctor Guillermo Alonso Meneses, Director del Departamento de Estudios Culturales de El Colegio de la Frontera Norte (El Colef) dice que la única solución sería la libre circulación de personas. “Cuando la bolsa de Nueva York especula, puede crear una recesión mundial que llegaría a afectar a miles de millones de personas, arruinando a cientos de países. No podemos esperar que la gente se quede en su tierra amolados y muriéndose de hambre. Si la economía mundial perjudica a todas las partes del planeta, no queda más remedio que la libre circulación de personas”.

Evidentemente, dicen mucho de nosotros aquellas causas por las que luchamos, pero sobre todo, dice más aquello por lo que callamos.