Actor, padre, pero sobre todo maestro de vida… el protagonista de Captain America, Civil War, quien ahora es embajador de la manufactura suiza Jaeger-LeCoultre, ha compartido, a corazón abierto, la maquinaria personal que lo ha forjado como un ser humano ejemplar, paciente, apasionado y preciso.

¡BIENVENIDO, DANIEL!

BLACK: ¿Qué tanto ha cambiado tu visión sobre la relojería después de haber sido nombrado amigo de la firma Jaeger-LeCoultre?

DANIEL BRÜHL: Los relojes son algo que me han interesado desde pequeño; mi padre amaba estos artefactos y yo heredé esa pasión por ellos. Incluso tuve una fase interesante a los 12 años cuando coleccionaba relojes de bolsillo antiguos.

 

BLACK: ¿Pero te involucrabas a fondo en cada una de las piezas o simplemente lo hacías por hobbie?

DANIEL: ¡En todo! La estética era lo primero en lo que me fijaba, y después comenzaba a indagar en lo que había dentro del reloj. Con el tiempo aprendí a apreciar el trabajo artesanal que hay detrás de cada creación.

Cuando visité el Vallée de Joux, en Suiza, para conocer la manufactura de Jaeger-LeCoultre, me topé con gente realmente apasionada y entregada a su trabajo. Descubrí la precisión y dedicación que le imprimen a cada reloj, es algo impresionante. Fusionar también la alta tecnología con el proceso artístico me pareció algo digno de admirarse y, sobre todo, de contarse. Me tocó ver la evolución de una pieza desde su origen hasta que la finalizaron… No puedo describirte con palabras la emoción que me provocó.

BLACK: ¿Te imaginaste que una manufactura es así?

DANIEL: No a ese nivel. Lo que más me llenó de satisfacción fue ver los rostros de las personas que están detrás de estas proezas. Saber que un ser humano invirtió horas de su tiempo y esfuerzo para darle vida a algo es maravilloso. El ambiente laboral que se respira en cada salón y la manera tan amistosa que se comparten el día a día, me conquistó. Me identifiqué mucho con la firma suiza porque yo soy padre de familia y ante la época digital que vivimos, en la que todo es tan básico y superficial, me di cuenta que aún existen lazos (al igual que en la familia) que se respetan y valoran, como la continuidad, la lealtad y la tradición. Jaeger-LeCoultre me transmite eso.

 

BLACK: Hablaste de un tema trascendental en este momento: nuestra comunicación se reduce a un mensaje de texto o a compartir nuestras vidas en redes sociales. ¿Qué opinas de que una manufactura de relojes con tanta tradición se una a la vorágine del universo digital?

DANIEL: Son herramientas y modos de comunicar que actualmente funcionan y son imprescindibles, porque además es algo que no puede detenerse. Pero yo, como figura pública, sé hasta dónde dejo ver mi vida laboral y personal. La privacidad y el respeto hacia mi familia y hacia mí es algo que atesoro demasiado. Procuro ingresar al mundo digital no más de lo necesario.

EL RESPETO AL DERECHO AJENO…

BLACK: Me gusta que hables no solo del respeto propio, sino también del de tu familia. Es preciso marcar límites…

DANIEL: Sí, eso es algo que mi padre me dijo, que siempre hay que mantener una visión a largo plazo. Así que si eres actor, como en mi caso, veo un peligro inminente al mostrar lo que estás haciendo a cada momento, pues se va perdiendo el misterio.

 

BLACK: Mencionaste cuatro valores de Jaeger-LeCoultre con los que te has identificado: paciencia, dedicación, pasión y precisión, características que también debe tener un actor, ¿cierto?

DANIEL: Efectivamente. Una de las cuestiones en la que insisto mucho es la precisión: hacer una película es como fabricar un reloj, pues posee varias complicaciones. Estoy convencido de que todo tiene que funcionar perfectamente para lograr buenos resultados, de lo contrario, mejor no hacerlo. Para nosotros los actores, la precisión y el tiempo son fundamentales.

 

BLACK: ¿Qué es lo que más admiras de Jaeger-LeCoultre?

DANIEL: Que son fieles a su historia, que no se desvían ni pierden el tiempo en tendencias pasajeras, que mantienen la confianza en sí mismos y conservan intacto su ADN, pero con la valentía y apertura de querer evolucionar. Nunca pierdes de vista los valores de la marca. Puedes ver el primer “Reverso” y compararlo con uno actual, y ambos se ven modernos, innovadores. No sientes que en tu muñeca portas algo anticuado o viejo, al contrario, ahora tiene mayor tecnología de punta, pero sigue siendo fiel a su tradición. Los diseñadores de la firma también son parte fundamental de la evolución pues han sabido mantener la elegancia sin ser ostentosos. La ostentosidad es una tendencia global que existe en todos los niveles y si te soy sincero, eso me molesta un poco. No soy partícipe del show off. La elegancia de un reloj se nota cuando lo ves atentamente y distingues los detalles. No hay necesidad de presumir.

 

BLACK: Cuéntame un poco del que traes ahora —un “Reverso”—, de las colecciones más icónicas…
DANIEL: Sí, y uno de los más icónicos en el mundo de los relojes, diría yo. Tengo un “Duoface” en casa desde hace mucho tiempo, fue el primer modelo que me compré de Jaeger-
LeCoultre
. El que porto hoy también es un “Duoface”. Me encanta la nueva edición en este tono azul, un color que ha estado muy presente en las más recientes ferias de relojes.

 

BLACK: El concepto del lujo se puede malinterpretar o sobrevalorar. ¿Qué significa el lujo para ti?

DANIEL: Lujo es tener tiempo, estar sano, disfrutar con los amigos, vivir a la familia, ser querido y tener la capacidad de amar, eso es el lujo. Desde que soy padre, el tiempo se ha convertido en un verdadero lujo para mí. Saber esto me ayuda a no obsesionarme con mi profesión, a escoger muy bien cuándo, con quién y en dónde deseo trabajar. En 20 años no quiero estar pensando en que debí haber pasado más momentos con mi hijo. Actualmente tengo otro tipo de prioridades, como mi familia, a la que le doy su lugar y atención debida cada vez que convivo con ella.

 

BLACK: ¿Qué satisfacciones te ha traído la actuación?

DANIEL: Poder ser otra persona, explorar facetas de mí mismo que, de otro modo, no saldrían o que no enfrentaría para explorarlas y expresarlas. Últimamente también he ampliado muchos proyectos, que me encantan porque soy fan de la historia, de poder viajar en el tiempo, como lo estoy haciendo en la serie The Alienist, que se desarrolla en el año 1896. Todo está tan bien hecho que a veces se me pone “la piel de gallina” porque me siento realmente en esa época.

Hay momentos en los que nada de lo que oigo o huelo se parece a la vida en este siglo. Recuerdo que hubo varios momentos que me volaron la cabeza al pensar: “¡Esto es 1896!”.

Y dentro de poco saldrá al aire la serie Kingsman, The Great Game, en la que, digamos, me traslada un poco más al futuro: al año 1916, poquito más actual (ríe).