Por regla general la concordancia entre lo que plantea el discurso político, sea desde una plataforma partidista o la gestión gubernamental, y las acciones de campaña o de gobierno, suele ser muy endeble. Alguien decía que, en su sentido más elevado, la política es el arte de hacer posible lo necesario. Pero en su sentido cotidiano, parecería más bien el artificio de referirse a una realidad que no existe (o cuando menos en los términos del discurso) y ocultar o minimizar la que sí, pero contraviene el discurso político desde el poder.

Esto no ese nada nuevo y se da en todos los países. Ahora bien, hay momentos en que la disparidad de lo que se enuncia es tan diametralmente opuesta a lo que está ocurriendo, que el discurso político resulta insostenible. Creo que en México estamos en uno de esos momentos. Los dos grandes ejes retóricos sobre los que esta administración articuló todo su discurso político fueron: (a) el Pacto por México y (b) las reformas estructurales.

Si atendemos a los primeros dos años de esta administración, debemos reconocer que lo primero ayudó en mucho a fraguar lo segundo y que, cuando menos hasta mediados de 2014, las cosas parecían sorprendentemente positivas. Desde 2013 se aprobaron, prácticamente una tras otra: la reforma hacendaria, la reforma energética, la reforma en telecomunicaciones y radiodifusión y la reforma educativa.

FELIPE LÓPEZ VENERONI

Parte central de ese discurso fue el que este conjunto de reformas ayudarían a dar un giro al país: que el empleo aumentaría gracias a la inversión extranjera y la apertura de los mercados energético y de telecomunicaciones ayudaría a bajar los precios al aumentar la oferta; que se sanearían las finanzas públicas y mejoraría la recaudación; que aumentaría el ingreso promedio del mexicano y que, al recuperar el Estado la rectoría de la educación pública, mejorarían la infraestructura escolar y la calidad educativa.

A dos años y medio de esas reformas y sus leyes reglamentarias —que, dicho sea de paso, han formado parte del discurso político de todos los mandatarios de este país desde Carlos Salinas de Gortari (los del PAN incluidos)— la realidad ha resultado, cuando menos hasta el momento, muy distinta. El empleo y el crecimiento económico no han registrado el crecimiento previsto; los empresarios han cuestionado la validez de la reforma hacendaria y han señalado que, lejos de estimular el empleo, lo ha inhibido y los precios de las gasolinas y de la energía eléctrica no han disminuido (más bien lo contrario).

 

Por: Felipe López Veneroni. Profesor-investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y defensor de la audiencia en Canal Once de televisión.

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