PONER ORDEN AL CAOS
La alarma ha sonado y los seres humanos hemos reaccionado flemáticos ante los desastrosos cambios climáticos provocados por nosotros mismos. La solución verdadera no radica en ahorrar agua o separar la basura, sino en evolucionar como individuos que se ocupen del bienestar de la sociedad y de las futuras generaciones.
Por Francisco Bonilla Sevilla
¿DEJANDO HUELLA?
Buscar el bien de nuestro ecosistema no radica simplemente en separar la basura inorgánica de la orgánica, reciclar las baterías viejas, usar menos agua o cambiar las bombillas de nuestra casa por unas más ahorradoras. La realidad es que la revolución ambiental que estamos viviendo hoy en día necesita mucho más que esto. Y en primer lugar hay que tener claros ciertos conceptos para verdaderamente comenzar a provocar el cambio a nuestro alrededor, antes –y no queremos ser pesimistas-, de que se desencadene un desastre mundial.
Para saber el impacto que el ser humano está teniendo sobre el planeta y sumergirnos de lleno al tema de la sustentabilidad y la importancia de inculcar una educación eficaz en pro del medio ambiente, es preciso entender qué es la huella ecológica, pues de ahí parte absolutamente todo lo que tiene que ver con el daño que se le ha causado a nuestros ecosistemas y, asimismo, llevarnos a comprender y ejecutar acciones que lo reviertan.
En términos prácticos, la huella ecológica es un indicador del impacto ambiental generado por la demanda humana, que se hace de los recursos existentes en los ecosistemas del planeta, y que se relacionan directamente con la capacidad ecológica de la tierra de regenerar sus recursos; es decir, este concepto representa el área de tierra, agua e idealmente también el volumen de aire, ecológicamente productivos (cultivos, pastos, bosques o ecosistemas acuáticos), necesarios para generar recursos y además asimilar los residuos producidos por cada población determinada de acuerdo a su estilo de vida. Por lo tanto, la medida de la huella ecológica puede realizarse a diferentes escalas: individuo (la huella ecológica de una persona), poblaciones (de una ciudad, de una región o de un país), o comunidades (sociedades agrícolas o industrializadas).
Desde luego, quienes estudian estos temas han arrojado datos interesantes en los últimos años como por ejemplo: Entre más alto es el nivel de vida que tenemos, más profundo será el nivel de consumo y, por ende, más impacto (negativo) tendrá en el planeta, a través de la huella ecológica.