Leonardo DiCaprio hace todo con precisión. Horarios, métodos de trabajo, empleo de su tiempo, entretenimiento, esparcimiento, y hasta la espontaneidad se le da en el momento justo. “Incluso para ser espontáneo hay que saber cuándo hacerlo, y con quién. He cometido muchas locuras así”, platica Leo.

De ser un jovencito ávido de experiencia, ahora se ha convertido en un caballero hecho y derecho.

Pisa fuerte y seguro. Va mucho más allá de la urgencia de hacer decenas de películas y de saturar al mercado. Sabe cuál es su rumbo.

Y en la pausa cinematográfica que vive en el primer semestre del 2014 -porque no tiene nada en su agenda-, está disfrutando una buena temporada gracias a su personificación de Jordan Belfort, en El Lobo de Wall Street, y aún saborea los grandes momentos que vivió como Jay, en El Gran Gatsby.

Al cierre de esta edición, lo postularon al Óscar como Mejor Actor por su trabajo con Martin Scorsese en la película sobre Belfort (y de paso, también participó como productor, por eso se llevó una candidatura más en el rubro de Mejor Película). Por si fuera poco, este año se prepara para llegar a los 40 años. Sí, oficialmente ha sido más tiempo en su vida el que ha sido famoso, que el que ha sido desconocido.

Desde los 17 arrancó su carrera en el área histriónica y fue a los 19 cuando obtuvo sus primeros papeles importantes. No ha parado y ha sido motivo de cualquier tipo de comentarios: Vanidoso, galán sobrevaluado, inaccesible, soberbio, atrevido, irreverente, rebelde… “La fama ha sido parte de mí. La comencé a asimilar cuando los fotógrafos me empezaban a perseguir, y la gente cuchicheaba cuando me encontraba en cierto lugar. Poco a poco fui subiendo peldaños y con eso, aumentó el interés por el chisme. Oficialmente llevo más tiempo siendo una figura pública, que alguien desconocido. El anonimato sería ideal, pero esto es el precio que uno debe pagar por estar aquí. Todo tiene costo. No hay nada gratis en esta vida, ni el respiro, pues eso se lo debemos a alguien. Me considero una persona agradecida con la gente que ha confiado en mí”, asegura DiCaprio, en una de las charlas en las que nos hemos topado con él.

UN ACTOR CON RETOS

Bastan un par de clics en la web para que el listado de su filmografía se despliegue y resalten aquellas cintas que nos han cautivado. Titanic, en la que se catapultó a la fama con el papel de Jack Dawson; El Aviador, personificando al inolvidable Howard Hughes, y por supuesto, la que lo mostró como un maduro joven aspirante a buenos roles: Vidas al Límite, dando vida a Arthur Rimbaud.

Su vida cinematográfica lleva etiqueta de inicio, en las grandes ligas, como Arnie Grape en la película ¿Quién Ama a Gilbert Grape? Esta interpretación lo puso en el radar del mundo, con un personaje complejo, y que también lo postuló a ganar la estatuilla de la Academia como Mejor Actor de Reparto. Ahí está su despegue. Y después llegaron: Django Desencadenado, Pandillas de Nueva York, Romeo + Julieta, de William Shakespeare, Diamante de Sangre, La Playa, Los Infiltrados, El Origen, y las actuales.

“Jamás me voy por el camino seguro. Desde que comencé a tener poder de decisión en los proyectos en los que me involucro, me quedó claro que quería hacer personajes que representaran un reto, que me obligaran a buscar cosas de mí que no existían, que me hicieran pensar que saltaría a un precipicio muy bien preparado, pero sin saber qué habría al fondo. Un personaje que vaya caminando por una ladera conocida, no es para mí”.

Su forma de hablar es escueta y concisa. Ya sabe tanto del negocio del entretenimiento, que parece adivinar lo que la gente quiere saber, es decir, no se anda por las ramas. No está harto de la industria, sólo que la conoce tan bien que por eso obvia lo básico. Se interesa por las charlas más transparentes, sin poses, al tú por tú, en esas donde ambas partes descubren algo interesante. Construye conversaciones, y se da a la tarea de darle calidez a sus palabras, si lo considera necesario.

Es el consentido de Martin Scorsese y en la lista de sus mejores amigos figuran: Tobey Maguire, Kate Winslet, Lukas Haas y Colin Farrell.

Leonardo es muy querido entre los amantes del cine por su eterna cara de niño. Parece que no pasan los años por él y que la lozanía de su piel es mágica. Al saludarlo -porque eso sí, es de los pocos que saluda de mano- estrecha con fuerza y no se queda en el intento.

Con la experiencia y el paso del tiempo se ha ido alejando de las entrevistas, las sesiones de fotos y las jornadas larguísimas de trabajo con medios de comunicación, para disfrutar de aquellos gustos que también le ha dado su carrera: Autos, basquetbol y viajar a la playa.

“No hay nada que me entusiasme más que visitar la playa, pisar la arena cálida y meterme a nadar. Creo que jamás desaparecerá el niño que llevo dentro, y que se emociona muchísimo al ver el mar. Recuerdo que de pequeño, tocaba la arena, me mojaba y quería guardar un chorrito de agua de mar, en el bolsillo de mi pantalón corto. Sigo siendo igual, tengo muy grabado ese momento y la playa me fascina, pues despierta lo mejor de mí. Me gusta asolearme, la brisa, el sonido de las olas, ¡todo! Ahí estoy yo, al desnudo”, relató hace algún tiempo.

Y en esto tiene toda la razón. No ha cambiado nada, porque quienes lo han visto con su novia del momento, la modelo alemana Toni Garrn, en las playas de Hawai, de México, España y Bahamas, coinciden en lo mismo: Se le ve radiante y feliz.

Aunque ha salido con algunas actrices -entre ellas Blake Lively- definitivamente, su debilidad son las modelos. Giselle Bündchen, Bar Refaeli y Erin Heatherton han sido sus grandes amores, y las culpables de que él le haya enseñado a muchos hombres, involuntariamente, lo que significa la envidia.

Pero Leonardo DiCaprio va más allá de lo que se dice de él, o de lo que suele ser en un tema de conversación. Sí, va más allá de ser un galán hollywoodense.

Es férreo activista y defensor del medio ambiente, por lo que se ha comprometido con varias causas alrededor del mundo, como: Animal Legal Defense Fund, SOS Save the Children y Wildlife Conservation Society. Ha dado pláticas sobre sus puntos de vista y ha establecido una buena relación con el ex vicepresidente de los Estados Unidos, Al Gore, a raíz del documental La verdad incómoda.

Ayuda a varias fundaciones de niños con escasos recursos y que tienen fuertes enfermedades en África. Además, discretamente, habla a favor de los derechos de la niñez y sobre la obligación del Gobierno de brindarles un plan educativo eficiente.

“De lo que estoy convencido, no lo dudo, es que voy camino hacia adelante y ayudar nunca está de más. Bueno, en vez de decir ayuda, preferiría decir, tomar voz por alguien. Tomo voz por quienes no son escuchados y me comprometo con lo que creo”. Ha sido la mejor respuesta para describir sus actividades altruistas.

Leonardo ha creado su propio abecedario cinematográfico y personal, al destacar como actor y productor, sabiendo guardar con recelo su vida privada. Con él cambian las definiciones de privacidad, buen humor, creatividad y talento.

Criticado por un buen sector y alabado por otro tanto, Leo es, sencillamente, uno de los mejores representantes de la generación de los setentas. Amante del rock and roll y el jazz, de los deportes, del sol, del buen vino y de las reuniones familiares, Leo DiCaprio es un actor grande en toda la extensión de la palabra.