CUANDO «PARAÍSO FISCAL» NO ES SINÓNIMO DE FRAUDE
Desde abril de este año, a raíz del escándalo internacional conocido como Panama Papers, el cual reveló, gracias a la filtración de más de 11.5 millones de documentos al diario alemán Süddeutsche Zeitung (“Periódico del sur”), el registro de innumerables transacciones financieras fraudulentas en algunos de los llamados “paraísos fiscales” del mundo, las estructuras offshore han sido puestas en tela de juicio. Sin embargo, invertir en esa parte del mundo financiero no significa necesariamente ni la intención ni la consumación de delitos.
No se trata de una estrategia nueva. “Desde las décadas de los años veinte y treinta del siglo pasado los Estados comienzan a tratar de tener control sobre sus propios ciudadanos en función de necesidades fiscales”, explica Ezra Shabot, periodista especializado en temas políticos nacionales e internacionales y conductor de Noticias MVS. “Hay que entender que los Estados siempre han tratado de cobrar impuestos a las personas y a las empresas, y los ciudadanos lo que buscan es no pagarlos.” Bajo esta premisa, los paraísos fiscales fueron ganando con el tiempo popularidad a nivel internacional.
Un “paraíso fiscal” es aquel país que exime del pago de impuestos a los inversionistas extranjeros que mantienen cuentas bancarias o constituyen sociedades en su territorio.
Además, la mayoría de ellos incluyen beneficios adicionales. Óscar Ortiz, socio de impuestos para la industria financiera, y Javier Díaz de León, socio de planeación patrimonial, ambos de la firma de servicios profesionales Ernst & Young, identifican tres elementos que hacen más atractivo a un paraíso fiscal:
- No se pagan impuestos o los que se cobran representan menos del 70% del impuesto que se pagaría en México (22.5% para abajo).
- Ofrece protección de la información, es decir, no se comparte la procedencia ni los detalles financieros del cliente. (Este punto está en plena modificación, donde el Estado mexicano ha llegado a acuerdos con más de 50 países para eliminar el secreto bancario durante los próximos dos años, para combatir el fraude.)
- Tienen un sistema legal permisivo en materia mercantil, financiera y fiscal.
“El problema grave con los paraísos fiscales es que se convirtieron en instrumentos de lavado de dinero para el crimen organizado”, explica Shabot. Es de esta imagen de la que deben cuidarse quienes utilizan estos países como una decisión de negocio honesta y responsable.
Para protegerse de la mala imagen, y de convertirse en el mercado objetivo de lavadores de dinero y evasores de impuestos, algunos paraísos fiscales atraen la inversión extranjera a través de instituciones fuertes y reconocidas a nivel internacional. Éstas garantizan, por un lado, la seguridad de los clientes y sus bienes, mientras, por el otro, se aseguran de obtener la información necesaria para no ser víctimas de actividades ilegales.