A través de su “Programa de Crédito Social”, el gobierno chino se propone, a partir de 2020, contar con un sistema de evaluación de la confiabilidad, la honestidad y la credibilidad de sus ciudadanos con base en sus datos online. El proyecto ha suscitado preocupación por las libertades sociales, el uso de los datos digitales y los derechos humanos. ¿Tecnototalitarismo? ¿Nueva forma de asegurar el contrato social? o ¿Estado policiaco?

Si eres de aquellas personas a las que les gusta informarse antes de visitar un nuevo restaurante, explorar una ciudad diferente o agendar el hospedaje en un hotel desconocido, seguramente estás familiarizado con los sistemas de puntaje presentes en diversas plataformas de internet. Por lo general, estos ratings se miden en estrellas que van de una (la peor) a cinco (la mejor), aunque también las hay con un máximo de 10 puntos.

A través de plataformas como Trip Advisor y Yelp, los usuarios pueden calificar sus experiencias y otorgar un puntaje a los lugares que visitan, para que otros se den una idea de lo que les espera. Incluso en páginas de ecommerce, como el gigante Amazon, se califican productos que van desde utensilios de cocina, hasta libros y películas.

Pero, ¿qué pasaría si ahora los calificados fuéramos nosotros, las personas de carne y hueso? Servicios como Uber ya lo hacen, lo sabemos. De acuerdo con qué tan buena haya sido la relación, tanto el conductor como el pasajero recibe un puntaje que queda registrado y visible en la aplicación.

Hasta ahora, pocos se han detenido a pensar sobre las consecuencias que podría traer ponerle un número a una persona. Simplemente adoptamos la calificación como una buena manera de medir el servicio que estamos por recibir.

Lo que parece un inofensivo numerito, en China está por convertirse en el más actualizado modelo de distribución social. A través del llamado Programa de Crédito Social, los habitantes recibirán un puntaje de acuerdo con su comportamiento en diferentes ámbitos y serán premiados o castigados, acordemente.

A través de esta medida, el Estado chino se convertirá, no es complicado sospechar, en un ojo controlador que todo lo ve. “Es el sistema de análisis del consumidor de Amazon, pero con un twist político orweliano”, describe Johan Lagerkvist, un especialista en internet chino, del Instituo Sueco de Relacionas Internacionales.

De acuerdo con un documento informativo publicado por el gobierno chino en 2017, el sistema de crédito social “permitirá a los (ciudadanos) confiables moverse por todos lados bajo el cielo, mientras que se complicará dar tan solo un paso a los desconfiables”.

¿Cómo funciona?
Para entender el sistema de crédito social, lo más fácil es compararlo con el análisis que realizan los bancos al momentos de solicitar un crédito financiero. La institución buscará definir si la persona es apta para recibir el préstamo de acuerdo con sus acciones financieras en el pasado.

Por ejemplo, será relevante conocer el historial crediticio del solicitante. Saber si pagó sus tarjetas de crédito a tiempo, así como pagos regulares como la renta o impuestos de luz, agua. Por otro lado, alguien con un trabajo estable y cierto número de ingresos también resulta un mejor candidato. Todos estos elementos juntos ponen a la persona en cierto nivel que lo hacen más o menos confiable para el banco y, por lo tanto, acreedor o no al préstamo solicitado.

Tampoco parece nada del otro mundo. El problema con el que se encuentra China y que el Partido Comunista ha citado como argumento es que buena parte de sus 1.4 mil millones de habitantes no cuenta con ningún tipo de historial que determine si una persona es confiable o no.

“Muchas personas no poseen casas, autos ni tienen tarjetas de crédito, así que esa información no está disponible para medirla”, explica Wen Quan, un blogger e influencer que escribe sobre tecnología y finanzas, a la revista Wired. “El banco tiene la información financiera de 800 millones de personas, pero solo 320 millones tiene un historial crediticio tradicional”.

De acuerdo con datos publicados por el Ministerio de Comercio Chino, el país pierde más de 600 mil millones de yuanes al año, por falta de información crediticia. Es famoso, por otra parte y como puede comprobarse, el elevado índice de actos deshonestos en los mercados chinos.

Es a partir de ahí que el Estado ha desarrollado una propuesta para poder medir qué tan fiable es cada uno de los habitantes. El crédito social se basa en los comportamientos, buenos o malos, de cada persona. Puntos positivos se otorgarán cuando se pagan los impuestos a tiempo, se siguen las leyes, y se tiene una conducta de acuerdo con lo establecido oficial y socialmente.

Castigados serán aquellos que, por ejemplo, pasen demasiado tiempo jugando videojuegos o hagan trampa, que fumen fuera de las áreas preestablecidas para hacerlo o que se declaren en contra del gobierno.

Premio y castigo
El sistema de crédito social incluye recibir beneficios y también castigos según el puntaje de cada uno.

Entre los beneficios están: Recibir atención médica con mayor rapidez, no pagar depósito al rentar un hogar, no pagar depósito al rentar un auto, acceso a upgrades en medios de transporte y hospedaje.

Entre los castigos están: No poder comprar pasajes de avión, no poder comprar pasajes de tren o que los hijos de los castigados no tenga acceso a escuelas de alta calidad.

Castigados serán aquellos que, por ejemplo, pasen demasiado tiempo jugando videojuegos o hagan trampa, que fumen fuera de las áreas preestablecidas para hacerlo o que se declaren en contra del gobierno. Lo mismo se verán afectados si es un amigo cercano quien actúa de manera negativa, ya que evidentemente ambas personas están conectadas.

La Oficina General del Consejo Estatal publicó los detalles de esta política donde define las sencillas bases del sistema: “Si la confianza se rompe en un lugar, las restricciones se imponen en todos lados.”

Algunos ciudadanos ya viven las consecuencias del sistema de crédito social. En 2013, el periodista Liu Hu fue arrestado por difamación, tras publicar información que criticaba el régimen de gobierno. Años después descubrió que forma parte de la “lista negra” (personas desconfiables), cuando le prohibieron tomar un vuelo.

“No puedo comprar una propiedad. Mi hijo no puede ir a una escuela privada. Sientes que eres controlado por esa lista todo el tiempo”, dijo Liu Hu en entrevista con la CBS.

En 2017 la Suprema Corte del Pueblo (Supreme People’s Court) declaró que 6.15 millones de personas no tienen permitido tomar vuelos debido a sus faltas en conducta, mientras que 1.65 millones de personas en la lista negra no pueden tomar el tren.

Puesto en acción
El Programa de Crédito Social lo están elaborando entre el sector público y privado. El objetivo es que toda la población esté registrada en el sistema para 2020.

Un buen simil podría ser el hecho de que, por ahora, millones de chinos ya forman parte de forma voluntaria del sistema de puntaje privado Sesame Credit, que forma parte de Alibaba, el equivalente a Amazon en China. Aunque el algoritmo para asignar el puntaje que va de 350 a 950 puntos es secreto, la compañía confirmó que utiliza los hábitos de compras como una de las formas de medir qué tan confiable o no es una persona. Pues, bien, Sesame Credit es una de las compañías privadas que ya trabaja de la mano del Estado para la gran implementación, cuando nadie tendrá pretextos para mantenerse fuera del sistema. “Las personas no confiables no podrán rentar un auto, pedir dinero prestado e incluso no podrán encontrar trabajo”, así describe el programa Hu Tao, chief manager en Sesame Credit.

El tiempo dirá si como resultado de este proyecto se impone la sinceridad civil o el fascismo digital.