Se nace presumiendo una historia y, en cierta medida, hasta con un destino. Es el caso del británico Lewis Carl Davidson Hamilton (Stevenage, Hertfordshire, 1985), así bautizado por sus padres en honor del corredor Carl Lewis, aquel a quien los medios llamaron “El hijo del viento” y que hace unas décadas ganó nueve oros olímpicos. Y al igual que el medallista estadounidense, el británico también vive de la velocidad.

A diferencia de muchos famosos, Lewis sigue visitando a sus amigos del barrio donde pasó su infancia y se mantiene (hasta donde le es posible) alejado de su Inglaterra natal para evitar la voracidad noticiosa de los medios que lo acosan. Lewis prefiere la tranquilidad de Mónaco o Suiza y desde allá, mantiene directamente informados a sus fans que ya son legión.

Sempre Fidele

Como buen católico, Lewis Hamilton es fiel. A su familia y a la escudería Mercedes AMG Petronas.

Es tan ejemplar su lealtad, que Toto Wolff, director de la escudería Mercedes, le permite hacer pública su gran admiración por Ferrari, marca que ocupa un distinguido lugar en su colección. Lewis atesora en su garage unos diez artefactos motorizados fuera de serie: un Ferrari LaFerrari, un Mustang Shelby GT 500 1967, un Pagani Zonda 760 rs, un Shelby 427 Street Cobra 1966, un Mercedes SL 63, un Maserati GranCabrio MC, un Mercede Benz CLK… Y contra las indicaciones de su querido padre, una Ducati y una moto MV Augusta F4RR…que piensa correr muy pronto en el rancho de su amigo Valentino Rossi, campeón mundial de motociclismo. Rossi ha comentado: “Me gustaría enseñarle a Lewis algunos trazados para que agarre con mayor destreza las curvas”.

¿Cuál es el secreto que ha llevado a Lewis Hamilton al lugar donde se encuentra?

“El haber tenido la temeridad e inconsciencia que te lleva al éxito. Si piensas las cosas dos veces, no las haces. Pero quizá mi gran secreto es no tener miedo… Bueno, si tengo uno, es el de no llegar a ser tan bueno como yo sé que todavía puedo llegar a ser”.

Así, sin temor, Hamilton, muy emocionado y feliz notablemente, se despide de su México, lindo y querido, más lleno de éxito, de cariño de quienes lo admiramos y, como él mismo dijo antes de despedirse: “Estar aquí arriba me hace sentir como una estrella de rock. No hay otro lugar como éste”.