A un par de semanas de comenzar los Juegos Olímpicos, Río de Janeiro se encuentra entre el escándalo, la corrupción, la crisis y un problema ambiental aún más severo: la contaminación de sus aguas…
El país sudamericano se enfrenta de nueva cuenta a un desafío económico, social y político disfrazado de acontecimiento deportivo. Entre escándalos políticos, problemas ambientales y la recesión más grande que Brasil ha tenido desde 1990, la tierra de las favelas se prepara para vivir (probable y desgraciadamente) su mayor fracaso nacional. Y no es por sonar peyorativo ni pesimista, pero ¿sabes realmente lo que rodea al ambiente olímpico en Brasil?… Nosotros, sólo te damos 8 datos duros y objetivos que -esperamos- no mermen tu entusiasmo de asistir a esta competencia internacional:
– La expectativa inicial del Comité Organizador de Río, antes de la crisis en Brasil, era ingresar mil millones de dólares, sin embargo, la devaluación del real redujo esa cifra a 470 mdd.
– Hasta mayo de este año, la venta de boletos era cinco veces menor a la que se registraba en las mismas fechas, pero de 2012, previo a las Olimpiadas de Londres.
– En el ámbito político, Brasil vivió el último semestre del año pasado debatiéndose entre implementar o no un plan de austeridad propuesto por la presidenta Dilma Rousseff, con el objetivo de tener un 2016 con mayores impuestos y menores gastos. Por supuesto, no sucedió, y la historia de Rousseff ya todos sabemos cuál es.
– Eduardo Cunha, portavoz de la mayoría en la Cámara de Diputados de Brasil, fue acusado recientemente de recibir 1.9 millones de reales (475,000 dólares) de la compañía de construcción OAS, por redactar una legislación favorable a la empresa para obras relacionadas con Río de Janeiro 2016.
– Francisco Dornelles, el gobernador interino de Río de Janeiro, declaró en una entrevista publicada en el diario O Globo, que el Estado sigue esperando el pago de 2,900 millones de reales (860 millones de dólares) por parte del gobierno federal para apoyar las arcas estatales para el evento del 5 al 21 de agosto. La crisis es de tal magnitud que la policía podría detener sus vehículos una semana antes de los Juegos Olímpicos, debido a la falta de dinero para adquirir combustible.
– Pese a que las autoridades prometieron que la línea de metro que transportará a los aficionados y turistas a la principal sede olímpica, estaría lista a finales del año pasado, la línea aún no está terminada. Un préstamo federal de aproximadamente mil millones de reales (290 millones de dólares) destinado a culminar el proyecto tampoco ha sido entregado.
– En cuanto al sistema de salud, la situación es sumamente desfavorable. Hay un inminente riesgo de infecciones (varias) a causa de la contaminación de los ríos en esa ciudad. Y precisamente en estas aguas es donde se realizarán las competencias de vela, remo y triatlón. Todo atleta que ingiera el equivalente a tres cucharadas pequeñas de agua tendrá un 90% de probabilidades de ser infectado por algún virus.
– La buena noticia, de lograrse, claro, es que a pesar de la descalabrada economía que azora al país, se pretende romper el récord de 65 millones de dólares invertidos en compras y canjes de pines que se dio en los Juegos Olímpicos de Sydney, en el año 2000.