Un 21 de julio de hace 29 años ocurrió una hazaña médica, cuando el doctor Rubén Argüero Sánchez lideró un equipo de especialistas del Centro Médico La Raza, para trasplantar el corazón de la joven Eloísa Pacheco –quien perdió la vida tras ser operada de un tumor cerebral–, a José Fernando Tafoya Chávez, de 45 años.

Por Martha Patricia Montero.

Fue poco más de una aventura médica que resultó exitosa, pues ya se habían registrado otros intentos que resultaron fallidos. Y, como rememoró hace poco el propio doctor Argüero, también se tuvo que sortear “la burocracia de funcionarios ignorantes”.

Ese hito en la historia médica mexicana, transformó la vida del paciente y de los especialistas a cargo, y marcó el inicio de los programas de trasplantes en México, que después del corazón incluyeron el hígado y el pulmón en esa primera etapa.

Un poco con ironía, Rubén Argüero –director del Hospital de Cardiología del Centro Médico Siglo XXI, profesor de cirugía cardiotorácica en la UNAM y tutor de maestrías y doctorados en investigación científica– mencionó “si lo vemos desde otra perspectiva, ese primer trasplante fue ilegal, porque el tema se legisla hasta mucho después”.

Sería hasta abril de 2000, cuando la Ley General de Salud fue adicionada con una reforma que sentó las bases para la donación y trasplante de órganos, con el propósito de atender a personas que padecen disfunciones irreversibles, fortaleciendo, así, las atribuciones del Centro Nacional de Trasplantes. Una acción trascendente, si se toma en cuenta que, a la fecha, cada año se registran mil 500 decesos por la falta de trasplante de algún órgano vital.

Cirugía transplante corazón

Hoy, además de una legislación exprofeso, se cuenta con protocolos adecuados de selección, fármacos para evitar el rechazo y técnicas para una mejor conservación de los órganos, siendo los más comunes corazón, hígado, riñón, córneas y médula ósea.

Pero los avances en este ámbito continúan asombrando en México. Médicos adscritos al sector salud han completado operaciones extraordinarias, que devuelven la calidad de vida a los pacientes, más allá de cualquier expectativa. Es el caso de la operación realizada en octubre de 2015 a Maximino García Baldazo. Trabajador de la Comisión Federal de Electricidad, en 2012 recibió una descarga eléctrica que obligó a que le amputaran ambos brazos en su natal Tamaulipas; tuvo la fortuna de ser operado por un equipo de medio centenar de especialistas, encabezado por el doctor Martín Iglesias, en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán. A la fecha, se considera el trasplante más grande del mundo por tratarse de las dos extremidades superiores.

No fue la primera vez en hacerse en México. El también coordinador de Trasplantes y Tejidos Compuestos realizó el primer trasplante de brazos de América Latina un par de años atrás.

Otro ejemplo reciente ocurrió en el Hospital Infantil Federico Gómez, que en septiembre de 2016 realizó con éxito el primer trasplante de corazón artificial en el país, a una niña de cuatro años de edad diagnosticada con miocardiopatía restrictiva. Esta operación permitirá mantenerla con vida, mientras se encuentra un corazón compatible para ella.

Por otro lado, el doctor Rubén Argüero Sánchez continúa legando avances para las nuevas generaciones de médicos y pacientes. Hace poco consiguió, por primera vez en México y en el mundo, “sembrar” en el corazón de una persona afectada células madre extraídas de la sangre periférica del propio paciente. Esto, porque su capacidad de información genética favorece el desarrollo de nuevos vasos sanguíneos, “lo que mejorará radicalmente la funcionalidad del órgano cardíaco”.

Permanezcamos atentos al avance de las ciencias médicas mexicanas, porque con certeza seguirán dando motivos de orgullo y genuino asombro.